Las personas no siempre y en toda circunstancia agradecen las buenas intenciones: la actitud desconfiada
Pasó un rato, no pude saber cuánto porque perdí la noción del tiempo. Me levantaron la cabeza con cuidado y quitaron la venda de mis ojos, al abrirlos de nuevo vi a mi Señor mirándome fijamente a los ojos, me besó muy dulcemente en los labios y se retiró.
