Eso sí: siempre desde el respeto más absoluto
Cuando Jesús salió de Jericó acompañado de sus discípulos y de una enorme multitud, el hijo de Timéo, Bartiméo, un mendigo ciego, estaba sentado al lado del camino. Al enterarse de que pasaba Jesús el penitente, se puso a gritar; Jesús, hijo de David, ten piedad de mi.
